Alicia en el país de las pesadillas

Por Rocío Mendelovich


—Entraron a patadas, me pusieron un pullover en la cabeza y rompieron todo. Me llevaron en un auto con los pies de ellos encima. Me pegaron un culatazo. Cuando me desperté, estaba desnuda arriba de una mesa donde empezaron a picanearme. —Después de años de exilio, Ana le contaba a su amiga Alicia por qué se había ido del país en 1976.


Esa noche de marzo de 1983 se reían a carcajadas. Se reían para no llorar. 


De izquierda a derecha: Ana y Alicia. Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/la-historia-del-manana/

Ana le contaba cómo la habían torturado, cómo se había salvado de las violaciones. 

—Había mujeres embarazadas que perdían allí a sus hijos. Y otras que se los llevaban, pero volvían solas. Porque a los chicos se los daban a esas familias que los compran sin preguntar de dónde vienen —Quizás esas palabras de Ana llevaron a Alicia a cuestionarse lo que pasaba a su alrededor. Ella, esposa de un empresario amigo de la dictadura militar, no sabía nada. 

Alicia Marnet de Ibáñez era profesora de historia en un secundario en Buenos Aires. Portaba un semblante serio, firme, intachable. Siempre vestía elegante. Pero lo que más llamaba la atención era su peinado minuciosamente recogido con spray, que nunca se movía de su lugar. 

Alicia en la escuela. Fuente: https://www.amazon.com/-/es/Chunchuna-Villafa%C3%B1e/dp/B084HBYKPN

Como no podía concebir, hacía casi 5 años habían adoptado a Gaby. Alicia no preguntó nada cuando su marido apareció con la beba una noche de abril de 1978. 

Después de reencontrarse con Ana, empezó a interrogar a su marido acerca de los padres de Gaby. Solo se encontraba con evasivas: “Dejá de pensar”, le escupía Roberto. Pero Alicia comenzó a buscar pistas. Y a llegar más tarde a casa. Y su pelo, a desacomodarse.

Armada de una partida de nacimiento falsa, los datos antropométricos que le había sonsacado al pediatra y la voluntad de saber la verdad, hurgó en el hospital en donde supuestamente había nacido Gaby. Se le vino encima la burocracia pública corrompida, pero se encontró con una señora que buscaba a su nieto.

Terminaron en el edificio de Abuelas de Plaza de Mayo, una asociación civil de madres de detenidos desaparecidos que buscaban a sus nietos nacidos en cautiverio. Las Abuelas sospecharon de Alicia. 

Un día estaba dejando a Gaby en el jardín, cuando de pronto una mujer de cincuenta  y pico la frenó en la calle. 

Alicia dejando a Gaby en el jardín. Fuente: www.netflix.com

Se sentaron a tomar un café. La señora, Sara, le mostró las únicas cuatro fotos que tenía de una parejita de jóvenes secuestrados por el gobierno militar unos años antes. 

Alicia temblaba. Miraba para abajo. Quería hacerse chiquita. Reconoció las trencitas que le había hecho a Gaby esa mañana en las que tenía la mujer de la pareja en una de las fotos. 

Los posibles padres de Gaby cuando eran chiquitos. El parecido con la madre es innegable. Fuente: www.netflix.com

No había dudas. Sara podía ser la abuela de Gaby. 

Y aunque a Alicia se le derrumbó el mundo, ya no había vuelta atrás.

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