“Carmel”: un crimen sin resolver con la justicia argentina en la mira
18 años después del asesinato de María Marta García Belsunce, el documental reaviva el interés por el caso que conmocionó y dividió al país.
Por Rocío Mendelovich
El 27 de octubre de 2002, la socióloga de 50 años fue encontrada muerta en el baño de su casa por su marido, Carlos Carrascosa. Luego de un mes, una autopsia detectó que la habían asesinado de 5 balazos en la cabeza. A partir de ese momento, el caso invadió los medios de comunicación con teorías conspirativas e intriga acerca de un mundo exclusivo en el que pocos podían entrar.
María Marta García Belsunce y Carlos Carrascosa.
El documental de Netflix estrenado el jueves 5 de noviembre vuelve a explorar a fondo el caso con testimonios, evidencias de la justicia y una estética exquisita. “Carmel” se volvió el preferido de los argentinos en dicha plataforma de streaming y también en los debates en Twitter. Pero, ¿cuál es el sello distintivo que trae dicha producción cinematográfica a la reconstrucción del crimen de María Marta?
Uno de los mayores méritos del documental es la imparcialidad con la que intenta narrar los hechos. A medida que pasan los minutos, el espectador va construyendo sospechas. Pero éstas son cuestionadas por el mismo documental, mediante otro testimonio o evidencia que aparece después.
En este sentido, el documental no aclara que la coartada del sospechoso Nicolás Pachelo es falsa, ya que se demostró en la justicia que el ex vecino de Carmel se encontraba en el barrio al momento del asesinato, y no en Capital Federal como él había declarado. Actualmente está preso por causas de robos y comercialización de estupefacientes.
Nicolás Pachelo, el principal sospechoso de la familia
Un ejemplo claro es cuando los testimonios de familiares de María Marta son intercalados con otros que sostienen que el clan es culpable y encubridor; encarnados, por ejemplo, en el periodista Rolando Barbano y el ex fiscal de la causa Diego Molina Pico.
A la izquierda: Pablo Duggan, periodista que defiende la inocencia de la familia. A la derecha: Diego Molina Pico, ex fiscal de la causa que sostuvo la culpabilidad y encubrimiento del clan.
El efecto que produce en la audiencia es de confusión. Nunca se termina de comprender quién es el asesino. El hecho de no saber quién mató a María Marta, y que el documental no responda de forma directa la pregunta, hace que reviva una y otra vez la incógnita que viene acechando a la sociedad argentina desde hace 18 años.
Además, la producción cinematográfica significó una oportunidad única de rendirle un homenaje a la víctima de esta historia. Es que incluso aunque el llamado caso Belsunce tuvo más cobertura mediática que el Juicio a las Juntas, nunca se supo quién era María Marta, qué cosas le gustaban hacer, qué es lo que sus amigos y sus familiares más extrañan de ella, cómo la recuerdan. El morbo y el cinismo siempre venden más, sobre todo si la audiencia está cansada de recibir pálidas económicas y políticas en vísperas del Corralito financiero.
El director y los guionistas comentan en el video Carmel | La investigación detrás del documental que para ellos fue clave realizar una investigación exhaustiva del entorno íntimo de María Marta.
Alejandro Hartmann, director del documental
Cuentan que los familiares les fueron acercando álbumes de fotos personales. En el resultado final, a las fotografías se le sumaron fragmentos de videos en donde García Belsunce se encontraba trabajando en las ONG Missing Children y Damas del Pilar, y del programa de televisión que producía junto con su hermano Horacio (h.) García Belsunce. También se agregaron emotivos testimonios de sus amigas.
María Marta y su mejor amiga Inés Ongay
Además, el documental deja en evidencia las fallas del Poder Judicial argentino. Al final, las conexiones con el poder de los García Belsunce y la prudencia inicial del inexperto fiscal Molina Pico, encandilado por los apellidos ilustres del entorno de la víctima, no hicieron más que entorpecer la causa y la búsqueda de justicia.
En fin, otro de los mensajes no tan subliminales que deja el documental por cómo están planteados los testimonios y la evidencia es, lisa y llanamente, que la justicia argentina hizo un desastre con el caso. Porque pasaron 18 años y todavía no se sabe quién mató a María Marta.
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